El divorcio o la separación de los padres es un procedimiento que conlleva no solo cambios en el ambiente familiar, sino también un fuerte impacto en los hijos, quienes se ven obligados a tomar decisiones que no deberían haber sido tomadas a tan temprana edad. Uno de los dilemas más complicados que surgen en estas situaciones es la pregunta de si los hijos tienen el derecho de elegir con quién quieren convivir tras la separación o el divorcio de sus progenitores. Esta cuestión no solo se caracteriza por aspectos jurídicos, sino también por factores tanto emocionales como psicológicos que influyen en el bienestar de los niños.
En este artículo, se analizarán las situaciones en las que los hijos pueden o no tomar tal decisión, basándonos en la legislación actual y en los estudios psicológicos que destacan la relevancia de los derechos y el bienestar de los menores en estos procedimientos.
La legislación sobre la custodia y la decisión del menor
Desde una perspectiva jurídica, la decisión de con quién deben vivir los hijos después de una separación se basa primordialmente en las leyes de cada país. Por ejemplo, en España, el Código Civil establece que en situaciones de divorcio, el juez determinará la custodia en función del interés superior del menor. Este principio es fundamental, dado que la legislación subraya que el bienestar del niño debe ser siempre el principal objetivo, teniendo en cuenta aspectos como su estabilidad emocional, su vínculo con cada uno de los padres y su ambiente.
En estas situaciones, se gestionan tanto la custodia compartida como la custodia exclusiva. En la custodia compartida, ambos progenitores tienen la obligación y la responsabilidad de cuidar y educar al hijo, en cambio, en la custodia exclusiva, el niño vive con uno de los padres y el otro tiene derecho a visitas. No obstante, a pesar de que la ley define estos marcos, no siempre le concede al hijo la posibilidad de elegir directamente con quién vivir, especialmente si se trata de un menor de edad.
¿A qué edad un hijo puede decidir con quién quiere vivir?
En muchos países, los niños no poseen la facultad legal para determinar con quién vivir hasta que llegan a una edad determinada. En España, la ley dicta que el juez puede considerar las opiniones de los hijos a partir de los 12 años, aunque este derecho a decidir no es absoluto. A los 12 años, el niño tiene la capacidad de manifestar su preferencia sobre con qué progenitor desea vivir, aunque esta preferencia no es vinculante para el juez. Solo se considerará este factor, junto con otros factores, como la madurez del niño, el ambiente familiar, las condiciones emocionales de los padres y la conexión que el niño mantiene con ambos progenitores.
Por lo tanto, los tribunales se fundamentan en el principio del “interés superior del menor”, lo que significa que la decisión definitiva se basa en determinar cuál es el ambiente más adecuado para el desarrollo del niño, y no solo de su deseo.
Factores que influyen en la decisión judicial
A pesar de que se puede considerar la opinión de los hijos, el juez tiene en cuenta varios factores al decidir sobre la custodia. Entre los factores más relevantes se incluyen:
- La madurez del niño
La capacidad de un niño para comprender la situación y tomar una decisión de forma responsable cambia en función de su edad y de su desarrollo emocional. A pesar de que los jóvenes poseen un mayor grado de madurez, los niños de menor edad podrían no tener la habilidad para entender totalmente las consecuencias de una decisión de tal relevancia.
- El ambiente familiar:
El ambiente donde el niño se desarrollará es vital para su bienestar emocional. El juez evaluará si ambos progenitores pueden proporcionar un hogar seguro, estable y afectivo, o si alguno de ellos muestra algún comportamiento que podría afectar negativamente el desarrollo del niño.
- La relación con los padres:
El nivel de implicación y participación de cada uno de los progenitores en la vida del niño es otro factor significativo. La conexión emocional entre el niño y cada uno de sus progenitores tiene una influencia significativa en la decisión, siempre con la finalidad de promover el bienestar emocional del niño.
- Las capacidades psicológicas de los progenitores:
Si uno de los padres tiene problemas de salud mental, como adicciones o cualquier otro comportamiento que pueda influir en la crianza del niño, este aspecto será tenido en cuenta al determinar con quién vivirá el menor.
El papel de la mediación familiar en las decisiones de custodia
Una de las estrategias más eficaces para solucionar conflictos relacionados con la custodia de los hijos, sin recurrir únicamente por el procedimiento judicial, es la mediación familiar. Este procedimiento requiere la participación de un profesional neutral que ayuda a los progenitores en la negociación de un acuerdo que sea lo mejor para sus hijos.
En vez de que el juez decida por ellos, los padres tienen la posibilidad de alcanzar un acuerdo sobre la forma de compartir el tiempo con sus hijos, lo que les permite tener un mayor control sobre la situación y disminuir el conflicto. No solo la mediación familiar facilita la búsqueda de soluciones más personalizadas, sino que también puede resultar menos traumática para los hijos, ya que esta evita la confrontación directa en un tribunal y facilita la cooperación entre los progenitores.
Perspectiva psicológica
Desde una perspectiva psicológica, la mediación presenta múltiples ventajas para los niños. En primer lugar, disminuye el estrés y la ansiedad que pueden provocar un largo proceso judicial repleto de tensiones. Un acuerdo de custodia logrado mediante la mediación es más probable que perdure a largo plazo, ya que las decisiones adoptadas evidencian el deseo y el compromiso de ambos padres por el bienestar de sus hijos. Además, los padres que se involucran en la mediación suelen adquirir una mejor comunicación, lo que resulta esencial para preservar una relación positiva tras la separación, y principalmente, para colaborar en la educación de los hijos.
La mediación también permite que los niños, a través de sus padres, puedan expresar tanto sus deseos como sus preocupaciones en un entorno menos intimidante. Esto no significa que el niño pueda decidir por completo con quién vivir, pero sí les ofrece una oportunidad de ser escuchados durante todo el proceso, lo cual es importante para su sentido de seguridad y autoestima. A pesar de que la mediación no garantiza que se logre siempre una solución satisfactoria, es un proceso que puede ofrecer un resultado más armonioso, centrado en el interés superior del menor.
Aspectos psicológicos detrás de la decisión del hijo
Desde una perspectiva psicológica, la capacidad de los hijos para decidir con quién vivir se basa en gran parte en su desarrollo emocional. De acuerdo con investigaciones en psicología infantil, los niños en situaciones de divorcio o separación de sus padres pueden sentir una amplia gama de emociones, tales como confusión, temor, tristeza o incluso culpa. Estos sentimientos pueden provocar que los niños quieran evitar el sufrimiento emocional o el conflicto, lo que podría llevarlos a tomar decisiones impulsivas.
Según Catherine C. B. Johnson, psicóloga infantil, los niños pueden percibir la custodia como una forma de evitar conflictos o rechazos, eligiendo al padre con el que se sienten más a gusto o con el que poseen mayor afinidad emocional. No obstante, esto no siempre resulta ser lo más beneficioso para su desarrollo. Es esencial el apoyo emocional y psicológico apropiado para ayudarlos en el manejo de sus emociones y en la toma de decisiones más equilibradas, si es que tienen voz en el proceso.
El impacto psicológico de la custodia en los hijos
La custodia compartida, que requiere que el niño comparta tiempo con ambos padres, ha demostrado ser ventajosa en muchas situaciones, especialmente en cuanto a la estabilidad emocional del infante. Las investigaciones indican que los niños que mantienen una relación estrecha con ambos progenitores poseen una mejor adaptación emocional y un riesgo reducido de sufrir trastornos psicológicos a raíz del divorcio.
En cambio, la custodia exclusiva puede resultar perjudicial en ciertas situaciones, especialmente si el niño se ve obligado a vivir con un progenitor con el que no mantiene una relación buena. En estas situaciones, el niño puede sentir emociones de abandono, ansiedad o falta de seguridad, lo cual podría afectar su bienestar general.
Conclusión
En conclusión, a pesar de que en ciertos sistemas legales, como el español, los niños tienen la posibilidad de manifestar su preferencia sobre con quién quieren vivir a partir de los 12 años, esta decisión no es vinculante. Los jueces siempre deben considerar el interés superior del menor, considerando y evaluando factores como la madurez del niño, su relación con los padres, el ambiente familiar y las habilidades de los progenitores.
El impacto psicológico de la separación en los niños es significativo y debe ser cuidadosamente considerado tanto por los padres como por los jueces. Aunque los hijos pueden tener opiniones acerca de la custodia, es fundamental que sean respaldados por expertos que les ayuden en el manejo de sus emociones y en la comprensión de la situación de forma más clara.
Al final, la prioridad siempre debe ser el bienestar emocional y psicológico del niño, asegurando que se desarrolle en un ambiente que promueva su desarrollo integral y que le ofrezca las habilidades necesarias para vencer los desafíos que conlleva la separación de sus padres.